Guion: Kurt Busiek
Dibujo: Steve Rude
Color: Mike Royer
Formato: Libro, tapa dura, 100 págs., color.
Editorial: Planeta DeAgostini (febrero de 2003)
Lo mejor: Los dibujos de Steve Rude y el sorprendente final.
Lo peor: Probablemente, cuando Kurt Busiek intenta simular los poco interesantes diálogos de Stan Lee.
Puntuación: 7 sobre 10.
Hoy, y durante los próximos días, hablaré de las novelas gráficas que Steve Rude hizo entre 1999 y 2003 para Marvel, comenzando por Thor: Tormenta divina. No voy a seguir el orden en que estas historias fueron publicadas -en ese caso, debería empezar con Patrulla-X: Los hijos del átomo-, sino que me guiaré por como yo las voy leyendo. Probablemente, dejaré Spiderman: La línea de la vida para el final, ya que es la única que sí leí en el momento de su publicación, hace diez años, y más o menos recuerdo de qué iba, por lo que antes me lanzaré a por Capitán América: El precio de la gloria. En cualquier caso, se trata de cuatro historias totalmente independientes, cada una escrita por un guionista propio y protagonizadas por personajes distintos y con enfoques diferentes. De hecho, el único punto en que todos estos cómics coinciden es en contar con Rude como artista.
Quiero señalar que aunque el término "novela gráfica" no me agrada especialmente, en este caso me parece que es conveniente aplicarlo. Porque aunque todos estos cómics fueron publicados en EEUU en unas simples series limitadas, a España llegaron en forma de unos estupendos tomos en tapa dura y con unas dimensiones mayores de lo habitual -la única excepción es el tomo de los mutantes, que sí respeta las proporciones típicas. Además, es evidente que se trata de unos cómics hechos por y para gloria de Steve Rude, que pese a trabajar con unos personajes que pertenecen a una gran corporación, tiene libertad para hacer las cosas como él quiere, así que hasta cierto punto, se puede decir que estamos ante unos "cómics de autor". En el caso de Thor: Tormenta divina, esto se deja notar en el sentido de que el artista dibuja al Dios del Trueno y todos los personajes y escenarios que le rodean como lo haría el mismísimo Jack Kirby, creando así un comic que evoca a los clásicos Relatos de Asgard publicados en Journey into Mistery o a los primeros The Avengers. Todo hay que decir que con el paso de las páginas, Rude deja a un lado esa fijación con El Rey y comienza a realizar páginas con un estilo propio. Por ejemplo, el momento en que se percibe la figura de Thor en la oscuridad y se destacan sus ojos de forma amenazante, es un recurso dramático nada habitual en los cómics de Kirby. Tampoco era común en los cómics de los años 60 la sucesión de viñetas que hacen hincapié sobre un elemento, y de esto encontramos varios casos a lo largo de este comic. Por tanto, yo diría que, aunque no nos apasionen los dibujos de Kirby, esto no debería ser un inconveniente, pues pese a que su sombra está presente desde el principio hasta el fin, básicamente es un comic en el que Rude muestra sus verdaderas características.
Por otra parte, y aunque sé que el principal aliciente de Thor: Tormenta divina son los dibujos, me parece buenísimo el trabajo de Kurt Busiek en el guion. Al principio, se hace pesado porque, vaya, intenta recrear él también la vieja forma de escribir cómics (en este caso, basándose en Stan Lee), pero la historia tiene fuerza y presencia, algo que es de agradecer en productos como este donde, generalmente, el argumento es lo de menos en comparación con el deleite visual. Aquí, Busiek nos cuenta tres relatos, cada uno situado en una época diferente de la historia de Thor (el primero se enmarcaría perfectamente entre los Relatos de Asgard, el segundo aparenta ser un comic de The Avengers y el tercero, sorprendentemente, se sitúa en el escenario que veíamos en los cómics de 2003), si bien todos ellos guardan relación formando en realidad una sola aventura. Y lo mejor, que la narración viene de la mano un anciano vikingo a dos niños que por sus personalidades recuerdan, sin duda, a las del propio Thor y su hermano Loki, generando incertidumbre, al menos en mi caso, de si hay algo más detrás de ellos al margen de esa actitud similar. Pese a que yo ya suponía que "algo" había, la sorpresa final es todavía mejor, y sobre todo el discurso general, que tiene un doble sentido y envuelve toda la historia dándolde un significado mayor. Debo reconocer que no tengo a Busiek en un pedestal y que más allá de algunas obras en particular, me parece un escritor repetitivo y algo pesado de leer, pero de vez en cuando le gusta hacernos recordar el enorme talento que tiene, incluso en un comic como este, que seguramente nadie comprará por él, sino por Steve Rude.
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