Guión: Matt Fraction
Dibujo: Stuart Immonen
Tinta: Wade Von Grawbadger
Color: Laura Martin
Formato: Grapa, 48 págs., color.
Editorial: Panini (diciembre de 2011)
Hacía años que no seguía un crossover de Marvel. De DC, en cambio, he seguido varios, algunos con mucho interés (Crisis infinita, La noche más oscura) y otros no tanto (Crisis final). Pero con Marvel, ya digo, lo último que compré fue el número 1 de Dinastía de M y la dejé no sé muy bien por qué -la verdad, luego la completé y me pareció muy entretenida y con un final interesante. Luego está lo de Civil War, que la compré el año pasado (2011), directamente en formato tomo y también me agradó mucho. Tal vez por que estas dos series me dejaron buen sabor de boca y porque estaba en pleno reenganche al Universo Marvel -gracias a la Edad Heroica- decidí apuntarme al próximo carro: Miedo encarnado.
El primer número se publicó hace unos meses, pero aprovechando que he vuelto a leerlo y que lo tengo fresco en la memoria, aquí va una reseña del mismo. Antes que nada hay que indicar que se publicó un número 0, el cual es interesante en algunos sentidos, como que nos presenta a Pecado -la hija de Cráneo Rojo-, pero no es imprescindible. Si lo tienes, genial. Si no, da igual.
En cuanto a contenido, Miedo encarnado es un comic de superhéroes bastante tradicional: hay una gran amenaza y los superhéroes -básicamente, los Vengadores- tienen que hacerle frente. Aquí no hay grandes debates filosóficos ni demás zaranjadas. La mencionada Pecado consigue un objeto místico y despierta a un dios que ansía vengarse de su enemigo, Odín, y destruir la Tierra como parte de su venganza. Mientras, en la Tierra, las cosas no van muy bien: los ciudadanos de EEUU están sufriendo la crisis económica y en el día a día se generan polémicas de todo tipo, como la inmigración o la religión. Steve Rogers, antes el Capitán América, quiere creer que ese malestar, que lleva a revueltas sociales y enfrentamientos con las autoridades, está provocado por algún supervillano. Desgraciadamente, la realidad es la que es, y simplemente pasa lo que pasa porque la gente no tiene trabajo, porque hay delincuencia, porque tiene miedo del terrorismo... En la ciudad de Broxton, y como si fuera un reflejo del resto del país, las cosas no son mejores: allí permanecen las ruinas del reino de Asgard, generando cierta fricción entre humanos y dioses. Por sugerencia de Iron Man, se ayudará a reconstruir Asgard y con ayuda de los ciudadanos, de modo que se generará trabajo y se aliviarán las tensiones con los dioses. Pero precisamente Odín es contrario a esto, además de por una cuestión de orgullo, por que es consciente de que algo está pasando, que va a despertar su gran enemigo y que se va a cumplir la profecía que tanto teme. La solución está en emigrar al lugar donde originariamente estaba Asgard, una decisión que provoca el enfrentamiento con su hijo, Thor, que preferiría permanecer en la Tierra junto a sus aliados.
Como podéis ver, destacan varios nombres: Steve Rogers, Iron Man, Thor... vamos, los principales protagonistas de las películas de Marvel Studios. No es casualidad. Desde la editorial se quiso lanzar una saga que aprovechara el tirón de estos superhéroes y no tanto de otros como Spider-man o Lobezno, que aun apareciendo en Miedo encarnado, lo hacen en un segundo plano. Además, el argumento gira en torno a una amenaza mística relacionada con el mundo de Thor, ideal si recordamos que ocurre lo mismo en la película Los Vengadores. Personalmente, no me parece mal, sobre todo si pienso en los tiempos en que tuve que padecer los continuos crossovers de X-Men y derivados.
Uno de los momentos más interesantes de este comic es el enfrentamiento entre Odín y Thor, si bien tengo que reconocer que ya he visto esta situación tantas veces, que casi me produce una sensación de deja vu. Supongo que mola tanto que padre e hijo se enfrenten, que todos los guionistas terminan por recurrir a este giro argumental en un momento u otro. Es un tópico, pero mola, qué le vamos a hacer.
Como también habréis podido ver, se toma la crisis económica y sus consencuencias para justificar la actitud de los ciudadanos. Creo que es la primera vez en todos estos años que leo un comic que, claramente, se refiera a estar coyuntura que estamos viviendo, pero puedo equivocarme. Me parece una buena idea. Históricamente, los cómics de superhéroes siempre han intentado presentar situaciones y escenarios con los que los lectores se pueden identificar. En los años 70, las reivindicaciones sociales, los problemas con las drogas... todo eso estaba muy presente en cómics de Spider-man, por ejemplo. Es normal, entonces, que ahora los cómics hagan referencias a lo que está pasando por la crisis económica, que los ciudadanos del Universo Marvel pierdan sus puestos de trabajo como también los hacen las personas de carne y hueso.
Tal vez, la parte que veo más floja en la historia es lo del miedo, que da título a la serie y que, sin embargo, en este primer número apenas es abocetado. No sé si recordaréis la campaña de publicidad que lanzó Marvel, con los superhéroes sufriendo sus miedos más profundos... en teoría, de eso va el comic. Pero, la verdad, en este primer número apenas hay nada al respecto. Sé que en los próximos números se explorará un poco más el tema, pero me parece que va a ser el gran problema de Miedo encarnado. Me da la impresión de que si lo hubieran dejando simplemente como "un malo que quiere destruir la Tierra" tendría más sentido que "un malo que va a despertar los miedos" porque, a la hora de la verdad, el guionista Matt Fraction no sabe qué hacer con eso. Esto no desmerece ni mucho menos la saga, que es lo que es, una historia de acción sin más, y tampoco quita que este primer número es sobresaliente.
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