martes, 2 de junio de 2009

JLA nº 8-10, JSA nº 5-6

Con el crossover La saga del relámpago se continúa la tradición de reunir a la Liga y la Sociedad en una aventura de grandes proporciones. En esta ocasión el argumento no desmerece la ocasión, como tampoco los autores que la realizan, pero hay mucho que decir sobre esta saga, y no todo es para bien.

Todo comienza en JLA nº 8. Tridente, uno de los villanos que había luchado recientemente con Relámpago Negro, resulta que en realidad es Kárate Kid. Estamos hablando de un miembro de la Legión de Superhéroes original, la que desapareció en 1994 para no volver jamás... hasta ahora. A partir de aquí comienzan a darse una serie de giros argumentales que provocan que Liga y Sociedad tengan que reunirse. Poco a poco la historia va tomando forma y queda claro que su finalidad es la de allanar el terreno al regreso de la Legión original (que se dará en Superman y la Legión de Superhéroes, en la colección Superman vol.2). En principio todo esto pinta muy bien, y si a eso añadimos que sus autores son Geoff Johns y Brad Meltzer, pues aún mejor, ¿verdad? El problema viene en que a la hora de la verdad la lectura es bastante aburrida. La historia avanza muy lentamente, sobre todo cuando transcurre en JLA, y llega un momento en el que se vuelve algo tediosa. De hecho, esto mismo se podría decir de toda la etapa de Meltzer en esta colección, así que no tiene que sorprender a nadie. Es una verdadera pena porque en JSA pasa justo lo contrario y da que pensar cómo habría sido si todo el guión corriese a cargo de Johns.

Otro de los problemas de La saga del relámpago es que el argumento es tan críptico que cuesta entender qué demonios está pasando. En JLA nº 9, por ejemplo, aparecen tres personajes (Per Degaton, Despero y Ultra-Humanita) que no vuelven a aparecer más. No tienen importancia alguna en el transcurso de la historia. Es más, ni siquiera reaparecer en los siguientes episodios de JLA. ¿Entonces a qué viene esto? Investigo un poco y me encuentro con que este trío aparece en la colección de Booster Gold, que también escribe Johns, pero aún sigo desconcertado. Probablemente todo tendrá sentido, pero sería preferible que los autores se centrasen en la historia actual y no en anticipar fragmentos de futuras. Está bien adelantar acontecimientos para crear un poco de misterio, pero cuando un cómic está tan plagado de incógnitas llega un punto en el que la lectura se vuelve aburrida. Es misterio tras misterio, pero para que sean interesantes éstos se tienen que ir resolviendo paulatinamente, y cuando no es así lo que consigues es provocar el hastío. Eso es lo que pasa con La saga del relámpago" que terminas de leerla y no entiendes qué ha pasado. Al final sólo tienes un montón de quebraderos de cabeza y te planteas si realmente hacían falta cinco cómics para contar lo que se cuenta.

También hay que reconocer que la historia tiene sus momentos positivos. No todo iba a ser malo. El reencuentro entre Thom Kallor (Starman) y Soñadora o la escena de Superman frente a figuras honoríficas de sus compañeros legionarios son cautivadoras. Son momentos en los que se tira por la nostalgia y que apelan al cariño que los lectores veteranos tienen por la Legión, la original. Se nota que detrás está la mano de Johns. Pero es lo de siempre, Johns podría haber hecho un gran cómic, pero ni él puede escribir todos los cómics de DC, así que hay que aguantar que ciertas cosas recaigan en otros autores.

Dejando aparte la parte literaria, tenemos como dibujantes a Ed Benes y Dale Eaglesham y también a Shane Davis y Fernando Pasarin, sus respectivos sustitutos en un par de episodios. Este baile de artistas estropea aún más si cabe la historia. Eaglesham y Pasarin lo hacen francamente bien en JSA. Tienen un estilo clásico y elegante y cada una de sus páginas es una auténtica delicia. Sin embargo, Benes y Davis parecen acartonados, empeñados en que los personajes parezcan moles musculadas incapaces de mover sus miembros con naturalidad. Benes al menos se salva en JLA nº 9, pero en el 10 se nota que debía ir mal de tiempo porque sus dibujos casi parece que estén por terminar. A todo esto hay que añadir que estos cómics venían con portadas alternativas hechas por Phil Jimenez, las cuales formaban juntas una bonita ilustración.

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